Don Antonio Erazo comenzó a sentir síntomas que le hicieron pensar que algo no estaba bien. En lugar de ignorarlos, actuó con responsabilidad y valentía: decidió viajar desde Honduras hasta El Salvador para realizarse todos los chequeos médicos necesarios y encontrar respuestas.
Tras los exámenes, recibió una noticia difícil: cáncer de próstata. Aunque el diagnóstico no fue sencillo de asimilar, Don Antonio no permitió que el miedo lo paralizara. Al contrario, eligió aferrarse a la esperanza y tomar decisiones que le dieran la mejor oportunidad para sanar.
Con esa determinación, decidió iniciar su tratamiento en El Salvador, donde recibió radioterapia en el Centro Internacional de Cáncer, confiando en la tecnología, la atención y el equipo humano que lo acompañó durante todo el proceso.
En cada consulta, en cada duda y en cada paso, estuvo acompañado por su esposa, doña Carmelina, quien se convirtió en su apoyo incondicional. Su presencia, su fuerza y su amor fueron fundamentales para que Don Antonio enfrentara esta etapa con serenidad y coraje.
Su historia es un recordatorio de que escuchar al cuerpo, buscar ayuda a tiempo y contar con una red de apoyo pueden cambiar por completo el rumbo de la vida



