Cuando Marcia de Flores recibió el diagnóstico de cáncer de mama, atravesó momentos de miedo y duda. Sin embargo, decidió no dejar que ese impacto la definiera. Optó por caminar su proceso con valentía, serenidad y una enorme dosis de fe.
Fue su familia quien se convirtió en su ancla y en la fuerza que necesitaba para mantenerse de pie. En cada etapa del tratamiento, encontró en ellos la motivación para seguir adelante y confiar en que podía superar la enfermedad.
Marcia comparte su experiencia para recordarnos la importancia de escuchar nuestro cuerpo, actuar a tiempo y no ignorar ninguna señal.




